En el circuito femenino de tenis abundan las sorpresas, en contraste con el mundo de los Rafa Nadal, Novak Djokovic y compañía. Y la última tiene apellido italiano: Errani, de nombre Sara; y entrena en Valencia.
La tenista de 25 años (Bolonia, 1987) es toda una desconocida para el gran público. Una de esas jugadoras que llenan los cuadros de los torneos sin mayor relevancia. Hasta ahora. La tenista, de profundos ojos azules, ha conseguido clasificarse para la final de Roland Garros 2012 tras eliminar a Samantha Stosur en 'semis' o a Ana Ivanovic, entre otras. Este sábado se medirá a Maria Sharapova.
Pero todo ha cambiado de la noche a la mañana para la 'chiqui', como la llama su entrenador. El suyo es el típico caso de jugadora que 'explota' tarde. Sara comenzó a darle a la pelota a la tierna edad de cinco años en su Bolonia natal, animada por su padre.
Con apenas 15 años se hizo profesional y comenzó un largo proceso de adaptación al exigente circuito. La altura de Sara Errani pesaba en su juego. Con su apenas 1,64 metros de estatura, a la joven Sara le costaba seguir el ritmo de jugadoras más altas y musculadas.
MUDANZA A VALENCIA
Todo cambió a los 20 años, cuando, de la mano del entrenador Pablo Lozano (su guía desde entonces), llegó a la Academia TenisVal de Silla, Valencia. Su potencial comenzó a explotar y llegaron los primeros éxitos.
Errani, que habla perfectamente el español (lo usa habitualmente en la pista), entrena en el mismo lugar que David Ferrer, una de las mejores raquetas del mundo. Según Pancho Alvariño, director de TenisVal, ambos tienen una forma muy parecida de jugar.
"Se caracterizan por la constancia, el trabajo, la disciplina y su fortaleza mental. Son un ejemplo perfecto para cualquier jugador del mundo", resume Alvariño.
De hecho, Sara ha comentado en más de una ocasión que Ferrer es para ella "una referencia", del que admira su manera de jugar. En Valencia, Errani cambió su raqueta por una más grande para compensar sus centímetros de menos en el exigente circuito femenino.
Una carrera de fondo de seis años que le ha permitido a Sara Errani codearse, al fin, con las mejores. Un problema, sobre todo, de actitud: "Mi problema es que no creía demasiado en que podía ganar a las mejores".
"No me siento una 'top-ten'. Pero lo soy y se hace raro", asegura la italiana. El lunes se meterá, pase lo que pase en la final, entre las diez mejores del mundo. Tanto en individuales como en dobles, y es que Sara también está clasificada para jugar la final de dobles de Roland Garros 2012.
Toda una hazaña que podría culminar este sábado si vence a Maria Sharapova, favorita en la final. La 'chiqui' (de chiquitita), como la llama Pablo Lozano, está ante el mayor reto de su vida. Aunque ella prefiere que le llame 'cichi', en su italiano natal.
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